CHRISTIAN GALARRETA, PEZ PLÁTANO, SAM HAMILTON Y WILDER
GONZALES
Lima Sublime
(Superspace Records, 2010)
Después de mucho
tiempo, y cuando menos lo esperaba, me topo con un disco extraño. Quiero decir,
no es difícil -o mejor dicho, no era difícil- encontrar trabajos sonoros
que aporten sonoridades frescas, innovadoras, nunca antes escuchadas; pero lo
usual es que aquellos provoquen espontáneamente bien nuestro entusiasmo, bien nuestra
animadversión. La indecisión emocional absoluta es, pues, un “lujo” de pocos...
de muy pocos.
Disco extraño este Lima Sublime. Hacia la mitad, queda
claro que la impresión inicial será también la impresión final: pareciera que
dos, e incluso tres CDs, estuvieran tratando de sonar en uno solo -lo que dice
bastante de una “convivencia” cuando menos tensa entre unas y otras notas (no
entre sus creadores, por siaca). Quizás podría deberse a su naturaleza
improvisacional, aunque en el fondo lo dudo: los seis números del plástico
fueron grabados en directo hace 25 meses por tres músicos connotados del medio
local y un camarada extranjero. A saber, el hoy extraviado Christian Galarreta a
cargo del casiotón y de los efectos de pedal, Kike Fuentes aka Pez Plátano atacando la percusión, Wilder Gonzales manipulando
los osciladores, y trepando el mástil de la eléctrica el neozelandés Sam
Hamilton (guitarrista con algunos discos en su haber, los interesados remitirse
a http://www.myspace.com/samhamilton0).
Quizás podría explicarse
el tamiz múltiple y caótico de este lienzo electro-aleatorio reparando en el
hecho de que, sí, existe una dirección más o menos señalada; pero cada miembro
del ensamble muchas veces pretende salirse del camino -e incluso desandarlo. De
ahí que el magma sonoro suene a veces tironeado. Paradójicamente, el resultado
no llega nunca a desagradar, acaso porque su frescura impoluta y su nulo
procesamiento-posterior-en-un-estudio son evidentes.
De un lado, tenemos
el entrecortado accionar de Pez Plátano, cuya filia percusiva se beneficia
mucho del jazz -lo cual se hace más notorio cada vez que Fuentes intenta sonar free,
como contrariando a sus partners. Variación novedosa en el caso de PP: en el
epónimo debut (2004) se lo percibe más inspirado por Tortoise y The Sea And Cake.
De otro lado, tenemos el vendaval de distorsión que producen las cuerdas de
Hamilton. Filtrándose en la mixtura como voces discordantes, las erupciones del
casiotón y de los osciladores -Galarreta y Gonzales, respectivamente- terminan
de hacer más enajenante la experiencia.
Recién al final,
con “Horrible Y Sublime”, parece florecer entre los cuatro involucrados un
concierto mayor, una cohesión que le da al tema sorprendentes aires de
ceremonia místico-religiosa. Más una coda sosegada que un track propiamente
dicho, “Horrible Y Sublime” es el apropiado final que además resume en su
título el contenido de un registro in extremis singular.
Hákim de Merv
Publicado en la extinta web "Sugar Time"
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